«Nos obsesionamos con la cantidad de Me gusta que tienen
nuestras fotos en Instagram en vez de mirar hacia dónde vamos caminando
o con quién estamos hablando. No podemos evitar revisar nuestras redes
sociales de forma compulsiva: están diseñadas hasta el último detalle
para engancharnos y para que siempre regresemos a ellas». El psicólogo
social Adam Alter reflexiona sobre cómo niños, adolescentes y adultos
somos cada vez más adictos a los productos digitales en su último libro:
Irresistible: ¿quién nos ha convertido en yonquis tecnológicos?
Sin
embargo, hay a quien le parece desafortunado y exagerado hablar de
adicción a las pantallas cuando en realidad es un problema de educación y
evolución de las normas sociales más que de dependencia de una droga.
Quizá el enfoque lógico ante este tema sea el mixto.
Hay que reconocer que el enganche a las redes sociales funciona de
manera similar a otro tipo de dependencias: su consumo produce
bienestar, pero se precisa ir aumentando la dosis para conseguir el
mismo placer (o al menos disminuir la ansiedad que provoca su ausencia);
y este ciclo se repite de manera compulsiva, por lo que puede llegar a
interferir negativamente en la vida del consumidor.
Pero no es
menos cierto que el uso correcto o incorrecto de las redes sociales
depende en gran medida del cumplimiento de hábitos y normas de
educación. Como resume Enrique Dans, periodista y experto en innovación
tecnológica: «Si nuestros hijos llegan a casa de los abuelos, se cuelgan
de la pantalla del smartphone y se van unas horas más tarde
sin haber siquiera hablado con ellos, no tienen un problema de adicción:
tienen un problema de educación (o de falta de ella)».
Un tercer experto, Guillermo Cánovas, autor de Cariño, he conectado a los niños, habla de cinco razones que llevan a los adolescentes a engancharse a las redes sociales (y todas son positivas):
- Les
ayuda a aclarar, explicar y aceptar lo que sienten y piensan. Cuando un
adolescente escribe algo que le ha sucedido o que se le ha ocurrido,
realiza un ejercicio de introspección que le ayuda a madurar y a formar
su propia identidad, como si escribiera un diario.
- Se sienten
aceptados socialmente y fortalecen su autoestima. Así consiguen provocar
una respuesta en los demás y sentir que forman parte de un grupo
social.
- Interiorizan normas sociales y de relación. Los
adolescentes tienen sus propios códigos de conducta en cuanto a pautas
de relación con el sexo opuesto, de vestimenta o de formas de
expresarse. Este ecosistema digital es el entorno natural en el que, nos
guste o no, deben aprender a relacionarse con los de su generación.
- Adquieren
autocontrol. Todas las formas de expresión escrita exigen mayor
reflexión. Describirse en un perfil, comentar una foto o hacer una
entrada de un blog requieren meditación y autocontrol.
- Refuerzan
y crean vínculos sociales. Muchos adolescentes encuentran en Internet
el lugar para superar sentimientos de incomprensión y de soledad. A
veces descubren que no son los únicos raritos a los que les gusta
determinada tendencia o afición minoritaria… Y muchos de los nuevos
vínculos virtuales acaban por traducirse en encuentros cara a cara.
Estas son algunas buenas razones para disfrutar las redes sociales… siempre y cuando se mantengan a raya los riesgos.
Cinco riesgos
Estos son cinco riesgos habituales que corren los menores en su manejo de redes virtuales:
1.
Un exceso de sinceridad en las redes sociales te expone ante amigos,
amigos de amigos, conocidos, desconocidos… Uno nunca sabe dónde va a
acabar esa foto que publicas en la que creías haber salido favorecido.
¿Qué pasa si no recibe ningún Me gusta y sí un par de comentarios
humillantes? Las posibilidades de hacer el ridículo o meter la pata son
muchas. Estas valoraciones negativas, para un adolescente, golpean
fuerte sobre su autoestima.
2. Sustitución de las relaciones
sociales por ciberrelaciones. Esto ocurre cuando el uso de las nuevas
tecnologías es tan excesivo que interfiere en aspectos básicos de la
vida del adolescente.
3. En función de cómo se configure la privacidad,
gente desconocida puede tener acceso a fotos e información personal.
Pero al margen de esta circunstancia, que puede controlarse configurando
un perfil cerrado, muchas veces son los propios amigos los que
traicionan secretos, difunden fotos privadas o airean confesiones
íntimas. Porque los que ahora son tus mejores amigos probablemente no lo
eran hace un par de años o no lo sigan siendo el año que viene…
4.
Incidencia en la salud física y psicológica. Cuando un exceso de
enganche tecnológico obliga a disminuir la actividad física y el tiempo
dedicado a los deportes, afecta a la cantidad y a la calidad del sueño,
favorece el consumo de comida rápida delante de la pantalla, el aumento
de peso…
5. Refuerzo del efecto caja de resonancia. Las
plataformas virtuales están diseñadas para mostrar primero las ideas y
puntos de vista que coinciden con las nuestras. Esta trampa fomenta la
intransigencia, el dogmatismo y el pensamiento único.
Todas estas
consecuencias negativas se pueden evitar en gran medida si se forma y
acompaña a los hijos, desde los primeros años de vida, para un uso
seguro, responsable y con sentido crítico de las redes sociales.
escuela de padres
? TEMA DEL MES: Uso y abuso de pantallas.
? ETAPA: Adolescencia.
?
EL DATO: Todos los detalles de las redes sociales, incluido el botón de
Me gusta, están cuidadosamente diseñados para crear el mayor enganche
posible a la plataforma.
? ALGUNAS CLAVES: Formar y acompañar a los hijos en el manejo de Internet de forma progresiva.
?
PARA SABER MÁS: «Todo va a cambiar. Tecnología y evolución: adaptarse o
desaparecer», de Enrique Dans. La edición social del libro (acceso
completo al texto y posibilidad de interactuar) está disponible en este
enlace:
https://www.todovaacambiar.com/
fuente: La Voz de Galicia. La Voz de la Escuela