sábado, 15 de decembro de 2018

¡Esos locos docentes!


Esos son los locos que enseñan. Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros.  Algunos salen temprano por la mañana para estar en la escuela una hora antes, otros salen de la primaria una hora más tarde porque tienen miles de cosas que ordenar, revisar, limpiar, decorar y adornar en su aula... o porque algún niño se quedó esperando que vinieran por él, o porque se entrevista con padres de familia, etc. etc.
Otros recorren todos los días varios de Km de ida... y otros tantos de vuelta: ¡Están locos! ¿Quieren una prueba contundente de su locura?: ¿Cómo es posible que muchos docentes se preocupen más por algunos niños que no son hijos de su sangre que los PROPIOS PADRES?
Sólo por no mencionar que muchas veces los maestros dejan en segundo plano a sus hijos por compromisos de trabajo. Sólo un receso escolar, pero no se desconectan del todo. Piensan en sus clases, preparan tareas, ejercicios y toman cursos de actualización. Siempre llevan caramelos en los bolsillos, otros van con una botella de agua a su lado, su garganta siempre está dolorida, pero siguen enseñando. A veces fuerzan su voz, pero siguen transmitiendo sus conocimientos con cariño e ilusión.
Yo los he visto, no están bien de la cabeza. Salen de excursión con sus alumnos y se encargan de gestionar autorizaciones, recogida de dinero y responsabilidades extra.
Qué será de ellos y ellas. Por la noche sueñan con el colegio, se les aparecen planetas, ecosistemas y personajes históricos. Esto es si no se quedan levantados hasta la madrugada calificando, haciendo listas o material. Están mal; sacrifican sus sábados para hacer cursos de formación y no les importa perder tiempo de descanso o tiempo con su familia para renovarse.
Dicen que son autocríticos y que hacen balance de sus experiencias educativas, que se frustran cuando no salen las cosas como esperaban, que se alegran cuando sus alumnos avanzan. Y a pesar que tengan décadas de servicio, siempre encuentran nuevas formas de hacer las cosas. Se asombran cuando comparan un año escolar con otro y toman nota de lo bueno y lo malo, para el siguiente.
Como buenos TODÓLOGOS, hacen de todo, desde atar trenzas, hasta rellenar libros de actas  o limpiar una herida y poner una tirita. Ya ni hablar de los festivales, navidad, carnavales, día de la paz, del medio ambiente, campañas de salud… o el despliegue de creatividad en sus periódicos murales y manualidades.
Están mal de la cabeza, yo los he visto. Son capaces de no coger una baja médica, sólo porque no mandarán a nadie para sustiruirlo. Dicen sólo que son DOCENTES y que se sienten MUY ORGULLOSOS DE SERLO. Que si volvieran a nacer, volverían a ser maestros.
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